Hombres de la Tierra para el II Coloquio Universitario de Danza y Filosofía
Por Renée de Pedro
Septiembre 2017, México
Hombres de la Tierra, pieza dirigida por Viridiana Bravo, fue originalmente estrenada en 2015 como parte de su proceso de titulación para la ENDCC (http://reneedepedro.blogspot.mx/2015/11/viridiana-bravo-y-los-hombres-de-la.html) y en esta ocasión fue remontada específicamente para la participación en el II Coloquio Universitario de Danza y Filosofía de este pasado agosto, que, como el nombre lo sugiere, reúne propuestas de las artes escénicas relacionadas con el quehacer filosófico.
En las entradas anteriores, contextualicé al lector sobre la importancia que durante el proceso de creación y montaje, representa para Bravo trabajar en conjunto con el resto del equipo creativo, y su especial interés en relación con los intérpretes, concebidos como pieza primordial de la poiesis.
En este presente texto, reflexiono nuevamente sobre un trabajo que he seguido desde su concepción como posibilidad escénica, hasta que ha sido llevado a la misma, y hallo con gratitud un producto con la misma frescura que veíamos en el black box (Cenart), el pasado 23 de octubre del 2015.
A diferencia de la segunda puesta (http://reneedepedro.blogspot.mx/2016/04/los-hombres-de-la-tierra-segunda-puesta.html), donde había huecos importantes, desde lo interpretativo, hasta el simple reconocimiento de lo que sucedía en aquél espacio, ahora vemos a un grupo de 6 hombres reunidos bajo la experiencia del instante, que como sugeriría Bachelard, aborda el suceso del tiempo, más allá de la duración, sino a través de una significación del presente.
Posterior a la presentación del trabajo escénico, la coreógrafa y algunos de los bailarines, participaron en una mesa de diálogo con los espectadores, en su mayoría, alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En este espacio, Bravo comentó como fue que la obra de Jean-Luc Nancy: Los 58 indicios sobre el cuerpo (http://www.medicinayarte.com/img/58-indicios-sobre-el-cuerpo_nancy.pdf) y El derecho de soñar de Gastón Bachelard, fueron referencias filosóficas para enriquecer el discurso del trabajo dancístico.
Pude ser testigo de un trabajo que puntualiza en la escena que el cuerpo del bailarín tiene una función, más allá de la acrobacia y el virtuosismo, pero que aunados a estos, puede ser capaz de transmitir en el otro una preocupación por su ahora. El cuerpo del otro, tanto del que mira como del que hace, no es en sí materia pura, es la extensión de un ser que se cuestiona, igual que su contraparte, y que busca responder en el camino donde se halla con la otredad.
¿Por qué a Bravo le parece necesario remontar esta obra?, ¿por qué no vemos material nuevo? –le preguntó- para lo cual ella responde que con esta pieza siente una especial conexión, que le permite desde el momento presente, volver a preguntarse y cuestionar a lo que ella llama “el acto de voluntad” que es la coreografía.
Si bien, hay diversas formas de abordar la creación escénica, como observador puedo hablar de una satisfacción especial cuando en la butaca se vive una experiencia, que como ya quería Rancière, elimina las jerarquías entre el artista y el espectador, y se vive la búsqueda de una incertidumbre compartida.
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