Anything Times Zero de Gabriela Hernández
El pasado jueves 11 del mes en curso, asistí a ver la función de Anything Times Zero, bajo la dirección de Gabriela Hernández, en Un Teatro (Colonia Condesa, Ciudad de México). Sin saber mucho de la pieza ni de la creadora, pero con espectativas de ver un trabajo fresco, dirigí toda mi atención al escenario forrado con trapería dura de color dorado.
El primer momento sucedió con la entrada de una bailarina vestida en una falda corta a cuadros que se desplazaba por el escenario con altos relevés, ejecutando movimientos cortados. Continuó un dueto de dos mujeres en mallones y top negro, haciendo secuencias tanto de piso como de centro; un lenguaje se empezaba a delinear.
Hasta este punto, no habría encontrado la unidad que conducía a la obra, sólo reconocía cuerpos que fuera del estereotipo del bailarín, demostraban gran dominio del mismo, pero sobre todo, una carga energética escénica, que distinguía sus presencias.
Es entonces que entraron al escenario, numerosos bailarines, todos de calcetines, con pantalones cortos y camisas de vestir; el primer signo que reconozco: Gaga, pienso.
Como paréntesis, le siguió un monólogo que sin duda, fue la parte más débil de todo el montaje. Si bien, dio pauta al contexto conceptual de la creación de Gabriela Hernández, rozaba con lo explicativo e ilustrativo, confundiendo lo infantil con lo lúdico. Éste dividió las dos secciones de la propuesta: una introducción de dos piezas, y lo posterior con un número de intérpretes más amplio.
Seguido de este fragmento continúa la exposición de movimiento, que haciendo unísonos potentes con música que podría ser la de algún club nocturno de cualquier ciudad, ilustra la contemporaneidad de una generación que Gabriela cita como Odisea (William Galston), pero que vulgarmente conocemos como millennial.
Con cuartas largas (posición de piernas) donde la línea articular rompe con una colocación correcta, pero que da una fuerza de realidad, haciendo alusión a lo terrenal, vertical, enfatiza los movimiento aterrizados y percutidos. Son cuerpos jóvenes, haciéndose presentes.
Varios fueron los momentos separados en el guión de escena, grupos grandes, duetos y tríos que bajo el desarrollo de la improvisación y con notoria influencia de la Batsheva, enunciaron el motivo de la obra completa. Anything Times Zero: cualquier cosa multiplicado por cero, es decir, NADA. Pero cuál sería la razón de pensar en la nada, cuando claramente está pronunciándose un discurso que intenta reivindicar a un grupo subvalorado, y trata de hacer notoria su fuerza; un trabajo comprometido con el cuerpo, con el ahora.
La obvia inquietud por descubrir el mundo y el darle valor a la existencia misma de los miembros de una generación, son rasgos elementales en esta propuesta escénica. Anything Times Zero sugiere una forma no tan recurrida (todavía) de crear danza, de hacer movimiento. Con el puño en alto, simbólicamente los cuerpos de MOTORES danza se declaran parte de los proyectos jóvenes y prometedores de las artes escénicas en México.
clap clap!'
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