Los Hombres de la Tierra, segunda puesta.

Por Renée de Pedro
Abril 2016, México 

Los Hombres de la Tierra, proyecto de titulación de Viridiana Bravo, fue presentado por primera vez dentro de las instalaciones de La ENDCC, en un ámbito académico. En esta ocasión, sale de la vida escolar junto con su coreógrafa, para comenzar su tránsito profesional.

Si bien, en la publicación de noviembre del 2015 ( http://reneedepedro.blogspot.mx/2015/11/viridiana-bravo-y-los-hombres-de-la.html ) se vivió, se analizó y de manera minuciosa se observó  el proceso de éste proyecto, ahora hago una visita fugaz a la propuesta escénica como cualquier otro espectador. Y es desde el título de espectador que me pregunto: ¿Quiénes son los hombres de la tierra?

Habiendo presenciado en un foro especial para las artes escénicas un trabajo tan logrado, ¿para qué ver de nuevo ésta obra? En un espacio diferente, de paredes blancas en vez de negras, con ventanas que dejan entrever el alumbrado público de la Colonia Roma, los hombres -de la tierra- salen a trazar sobre piso texturizado aquello que desde hace tiempo la creadora quiere decir. La atmósfera sonora ha cambiado, la mirada de los interpretes titubea frente a un público expectante. 

Cuando veo una película por segunda vez, observo un cuadro, o regreso a una exposición, descubro cosas que por múltiples razones había ignorado la vez anterior. El mismo diálogo ahora parece cobrar particular sentido, los colores y las sombras ahora simbolizan algo en mi subconsciente; son objetos permanentes, que permiten una resignificación de lo conocido. Pero en la danza el descubrimiento es doble, puesto que cada función es diferente, la pieza no puede respirar igual bajo el frío que el calor.

Hoy quiero decir, que Los Hombres de la Tierra ha cambiado, quiero decir que hay cambios que aplaudo, y otros que me dejan con la boca seca. Entonces cambio la pregunta: ¿Quién soy yo frente a los hombres de la tierra? 

Quiero conmoverme cuando voy al teatro, al cine, cuando me enfrento al imaginario del otro. Podré estar equivocada pero,  ¿no es el arte el que debería satisfacer la carencia de significado de la vida? Por qué necesito sentir que el compromiso no sólo va en presentar algo, que hay una fuerte lealtad con la propuesta, con el cuerpo, con lo que se expone. Y cuestiono si estoy siendo demasiado exigente, y si debería tomármelo más a la ligera.


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